MI HABITACION Y LA REVELACION DEL PASADO

Este post fue escrito el 26 de Junio de 2010, por querer mantener la cronología de este nuevo Blog lo publico con fecha nueva.

Carezco de la capacidad para escribir, pero no me aguanto las ganas de contar mi experiencia de hoy. Anticipándome a las ráfagas de reclamos de los frecuentes visitantes a mi habitación por el desorden de la misma, emprendí la maratónica y extenuante tarea de organizar la habitación, el closet y el mueble biblioteca.

Primera actividad, sencilla para darme ánimos, tender la cama; no sé si escribir tender la cama está bien, creo que sí, porque no me suena “hacer la cama” ni “arreglar la cama” me imagino con clavos y puntillas, barniz y todo eso de carpintería. En fin, tendí la cama y me enfrente solo, sin escudero alguno al entrópico closet, compuesto por cinco niveles, en el primero de arriba hacia abajo sombreros, muleras, maletines y documentos que según los logos de las carpetas son muy importantes. Los tres niveles siguientes los describiría como una cantidad inimaginable de ecosistemas de medias, ropa interior, camisetas y un par de corbatas que parecían serpientes en época de apareamiento enredándose en cuanto pudieran.

Como primera medida saque todo del closet y lo coloque sobre la cama; si, la cama que ya había tendido con la manía propia del ingeniero que no me deja, la tendí tres veces buscando simetría en los costados y alineando los trazados del cobertor paralelos a la cabeza de mi lecho. Si algo aprendí de los domingos en que mi madre despierta con su afán de tener la casa impecable, es que se limpia con un trapo húmedo e inmediatamente con uno seco, de esa forma ya queda listo, hecho esto con los cuatro niveles correspondientes y de igual forma con el mueble biblioteca, procedí a organizar todo aquello que debía guardar en ambos lugares, claro que debía revisar lo que encontraba y la verdad, quede asombrado de la cantidad de cosas, aparentemente importante que guardaba y las impresiones al verlas.

– Bouchers de las tarjetas de compras en diferentes sitios. ¿Para qué? Recuerdo haber dicho que así controlaría mis gastos, ¿será que esa misma información no me llega cada mes con los extractos? y si la necesito pues está en la banca electrónica. A la basura.

– Facturas (por toneladas) de Procafecol S.A., producto de la adicción a Juan Valdez y a la poca productiva costumbre de recibir la factura llevarla al bolsillo de mi camisa y luego a la mesa de noche.

– Escarapelas de eventos y conferencias, la mayoría me recuerdan que todo lo que he aprendido y mejor aun lo que me falta por aprender. Otras me recuerdan los deliciosos almuerzos o desayunos que servían cuando las conferencias son en los hoteles y hay una interesante, una conferencia de un tipo que según la presentación es un duro del MIT en Supply Chain tema del cual no sé nada, pero nada, fui por invitación de mi jefe en ese entonces.

– Tarjetas y más tarjetas, algunas con mensajes que ahora que leo solo confirman las mentiras de muchas y la inocencia de otras. A la basura, cabe anotar que solo conservo tres de esas tarjetas, esas si son importantes.

– Cables, si mi casa fuera Home Center y alguien que necesitara cables pregunta por ellos, le dirían en el puesto de información – Cables y terminales pasillo 93 – y el pasillo 93 sería mi cuarto. Qué cantidad de cables, de todos los colores, longitudes y para todos los propósitos, desde el par telefónico hasta el HDMI, herencia de mi abuelo Guillermo, Radiotécnico de oficio, guárdelos que eso sirve.

– CD’s y DVD’s. Si Andres Calamaro tiene Cartas sin Marcar, yo tengo CD’s y DVD’s sin marcar, de solo imaginar que es todo lo que puede haber allí se me vuelca la RAM, reconozco por la antigüedad CD’s de mi época en la U.

– Fotografías, valiosos documentos que cuentan los efectos de los carbohidratos y las proteínas en mi estomago. Siendo sincero, no bote ninguna, pero si regrese una muy especial al portarretrato que estaba vacío desde hace ya un rato como prueba de mi infructuoso esfuerzo por esquivar la realidad.

Después de casi tres horas de agotadora improvisación domestica y justificando cada uno de los argumentos que llevaron mucho material a la basura y un poco menos a los cajones, la habitación quedo para un catalogo de los que te entregan en la constructora cuando vas a buscar apartamento y debo reconocer que la actividad ofrece la posibilidad de conectarte con tu pasado y darte cuenta que por más que esté lleno de basura, las cosas buenas y significativas continúan contigo.

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